Los párpados apagan la realidad,
permitiendo que los ojos miren hacia adentro
a quién uno imagina ser,
a quien se quiere ser.
La mente descansa de las urgencias,
se evade sin que la realidad lo impida,
allá adónde no haya trabas,
ni idas sin venidas.
El cuerpo ya no es carga, descansa.
No exige.
Las ilusiones prevalecen,
el ansia de hacerlas realidad,
se agota ante la urgencia, imposible, de realizarlas ya.
Fragmento del poema Descanso, de Eva Monzón